Esta novela descubre, ante los ojos asombrados del lector occidental, un mundo que parece pura alucinación y que, sin embargo, existe en las altas y remotísimas regiones del Tíbet milenario. El autor nos cuenta la historia de una turquesa milagrosa, que durante siglos se transmitían los sucesores espirituales del mago Odzer, a quien un Naga, dios de las aguas, había regalado la piedra. La llevaban en un relicario que tenían prohibición absoluta de abrir y por su intermedio obraban prodigios.
A lo largo de su apasionante relato, el lama Yongden nos entrega algunas de las claves del alma tibetana. Tras las supersticiones y leyendas en que se apoya su depurado arte de narrador, surge la concepción del mundo propia de aquellas altas zonas del espíritu que se ocultan en el misterioso Tíbet, no en balde llamado por los budistas, el Techo del Mundo.
El lama Yongden pertenece a esa singular nobleza eclesiástica integrada por los “tulkus“. Pasa por ser descendiente de un taumaturgo del siglo X o XI. Su abuelo era un lama adepto de las doctrinas esotéricas y de las ciencias ocultas. A los ocho años de edad, Yongden, impelido por una vocación irresistible, se escapó de su casa para reunirse con uno de sus tíos, miembro de la secta fundada por el célebre Milarespa. Posteriormente, sin embargo, su padre le hizo dar una educación inglesa en un colegio de la India. Tras recorrer los principales países asiáticos, Yongden se dedicó al estudio de la literatura tibetana en diversos monasterios, especialmente en el famoso de Kum-Bum, donde recibió la ordenación superior.
Radicado hoy en Francia, en la propiedad de su madre adoptiva, la exploradora Alexandra David-Neel, se ha consagrado a desbrozar el ingente material de las letras tibetanas, cuya inspiración le ha dictado la extraña novela que aquí presentamos.
–El poder de la nada–
Ir a: redScenia