El pensamiento de Emmanuel Levinas no es desconocido en América Latina. Y si bien tiene resonancias en la filosofía europea o continental y en el espacio anglosajón, lo es con tonalidades diferentes. Su utilización, con frecuencia de tipo emotiva y edificante, le ha hecho perder crédito entre profesores universitarios del “primer” mundo y pensadores exigentes, al punto de ser marginal entre ellos… En América Latina, por el contrario, el interés por el pensador judío se ha mantenido.
Las filosofías de la intersubjetividad tuvieron su tiempo de gloria. Luego vino su caída en un escepticismo difuso, o un realismo de la impotencia, en el “primer” mundo, agobiado por su larga historia, aunque menos, sin duda, en América Latina, joven y emprendedora. ¿No tiene sin embargo el deseo, derecho o razones que, desconocidas o voluntariamente ignoradas por los decepcionados, salvan a fin de cuentas de la destrucción a ese animal deseoso que es el hombre?
Un estudio como el de Rafael Fernández Hart se inscribe allí, en la esperanza de la que América Latina es testimonio, pese a las grandes dificultades que atraviesa la existencia. Pero este libro va más lejos que la constatación sociológica del estado mental de nuestros continentes. Asume lo más vigoroso del pensamiento filosófico, sin destinarlo a ser palabrería de los decepcionados, sino la verdad, que se da el trabajo de descender lo más radicalmente posible a nuestra humanidad. De otro lado, el autor estudiado, Levinas, es el filósofo de la atención esmerada hacia el otro; su pensamiento se dirige a los aspectos más radicales y universales de nuestra humanidad.
– Creo, luego existo –
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